Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la cultura es el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo… científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”, así pues, de manera práctica podríamos decir que la cultura está fuertemente relacionada con la práctica cotidiana con la que ejercemos nuestro actuar en la vida.
La cultura de la seguridad inicia ahí, en donde te detienes y decides no tirar el fósforo encendido, en donde piensas dos veces antes de pararte en una silla para cambiar un foco y en donde dedicas un poco de tiempo a limpiar un derrame de la cocina antes de continuar laborando para prevenir un resbalón.
Si bien nuestro rol familiar, laboral, social o religioso no nos demanda las mismas actividades, es una hecho tangible que nuestra forma de operar en cada uno de esos ámbitos tiene un “toque especial” y responde a aquello que hemos constituido como nuestra cultura.